Por Roma Vaquero
Diaz-
Norma Ambrosini, una artista inquieta que hace de la performance una
forma de existencia.
Norma Ambrosini es un estallido, un deseo continuo y una
acróbata de la curiosidad. Su presencia te despierta y, sin siquiera
advertirlo, te abre un campo de dudas acerca de todos los supuestos dados. No
le interesan las repeticiones ni las formas establecidas, sino que se lanza a
la autopista de la aventura sin más herramientas que su propia avidez. Siempre
honesta, siempre inquieta.
Ambrosini nació en Boulogne, provincia de Buenos Aires,
en 1967. Durante su infancia en Gálvez, Santa Fe, bailaba, cantaba y
confeccionaba ropa de muñecas junto a su madre, disfrutaba del ballet con su
abuela y compartía el amor por la música al lado de su padre, un médico
melómano que dirigía orquestas imaginarias. Durante la entrevista nos cuenta
que siempre fue muy activa, tanto que a los pocos meses de adoptarla, su madre
adelgazó nueves kilos. Norma tenía apenas un año de edad.
Profesora de Expresión Corporal y Licenciada en
Composición Musical, se queda sin aliento frente a la performance, a la cual
dedica la mayoría de sus proyectos desde una mirada que intenta salir de los
lugares fijados. En la actualidad, integra “La Quadrille” junto a Diego Stocco,
con quien ha dirigido “Amar el día, aborrecer el día”, entre otros proyectos.
Reflexiva y sin tapujos, nos cuenta sus primeros
acercamientos al arte, el recorrido de su búsqueda y su elección una existencia
performática.
Recorridos
bifrontes
Si bien la danza me gustaba mucho, mi madre no me enviaba
a clases, siempre se lo pedí pero no lo hizo. Sí, en cambio, como mi padre era
médico de pueblo chico y cambiaba su trabajo por favores y alimentos, un
paciente que tenía una técnica para aprender guitarra sin saber nada de
pentagramas, ni teorías, ni solfeos, le ofrece sus servicios. De un día para
otro comencé a visitarlo a su casa y a estudiar su metodología de punteo. Para
eso, mi abuela sacó un crédito para comprarme mi primera guitarra. Como andaba
muy bien, pero el maestro era muy anciano, pasé a una maestra que también
enseñaba en su domicilio. La metodología era muy dinámica: llegabas, le decías
qué canción querías tocar y ella te decía “Escribí la letra en forma de poema”.
Ella ponía los acordes arriba de las palabras correspondientes y te volvías a
tu casa a estudiarla para mostrarle a la semana siguiente y pedir una nueva. Al
mismo tiempo, comienzo mi recorrido por el canto coral, formo un dúo de
guitarra y poesía, y empiezo a cursar en la Escuela de Música.
A los 17 años ya era profesora de flauta y ejercía la docencia.
Cantaba en las peñas, había descubierto el rock nacional y la trova cubana, más
el folclore y la música clásica que me acompañaban desde hacía años. Pero
decido irme a Rosario a estudiar la carrera de Farmacia, porque me resultaba
fácil química en el secundario y porque teniendo una farmacia en una ciudad
pequeña, iba a poder tener mucho tiempo libre como para ir a recitales y
dedicarme a escuchar música y ver espectáculos.
Me entero de la existencia del profesorado de Expresión
Corporal y comienzo a cursarlo, convenciendo a mi madre que haría las dos
carreras juntas. Pero al mes de comenzar a cursar dejé Farmacia y empecé a
prepararme para rendir los tres primeros años libres de la Licenciatura en
Composición en la Universidad Nacional de Rosario. De allí en más cursé las dos
carreras juntas.
Respecto de la performance, en primer año del Profesorado
de Expresión conozco a Norberto Campos, quien a segundos de conocerlo me criticó
desde el color del pelo hasta la forma de vestir. Luego él reconoció una veta
humorística en mí y se transformó en el maestro y en la artista que yo aspiraba
ser. Desde el segundo año tuvimos una compañía llamada “El quid de la
Expresión”. Participábamos donde sea, me hacía cargo de lo musical, lo
coreográfico era de creación grupal y nuestro límite era lo disciplinar. No
debía parecerse a algo que preexistiese. Paralelamente, armé un dúo con el cual
comenzamos cantando boleros y devinimos en humor musical. El grupo antidivista
y feminista fue “Las novias de Tito Puente”, un referente del under,
alabado por la comunidad gay e invitado al
Encuentro Hemisférico de Performance organizado por la Universidad de Nueva
York en Buenos Aires en el 2007.
Tuve oportunidad de trabajar en las dos últimas puestas
de Norberto Campos. Yo hacía muy poquito que estaba recibida y él confió en mí.
Quería que no me fuera a vivir a Estados Unidos, porque decía que tenía que
quedarme en el profesorado. Pero me fui. Cada vez que volví lo visité. Incluso
hablé por teléfono desde Estados Unidos unas semanas antes de su desaparición.
Fue un gran referente en mi vida y la persona que me introdujo al feminismo.
Cuando vuelvo a Rosario tuve que empezar de nuevo: relaciones,
contactos, visitas a escuelas, escribir proyectos. Los amigos de siempre me
tendieron una mano desde lo creativo, en particular Marcelo Díaz, quien nunca
dudó en convocarme. Volví al profesorado del Instituto Superior Provincial de Danzas
“Isabel Taboga”, concursando para el
Primer Elenco estable de Expresión Corporal.
Por Marcelo Díaz
conozco a Diego Stocco, un fotógrafo, actor y bailarín que se dedicaba a la
performance. Nos reunimos y decidimos estudiar juntos, compartir saberes y
crear una compañía. Así, en el año 2010, nace “La Quadrille”, compañía intermitente de investigación
en la performance. Nos empezaron a llamar para descontracturar los congresos
universitarios: rompimos tesis y armamos esculturas gigantes, montamos acciones
en baños públicos y jugábamos al teléfono descompuesto con los congresistas.
Nuestros artículos se publicaron en catalán, en español y en inglés, y en
febrero de este año llegó lo deseado: el contacto con La Pocha Nostra, la cual consideramos
la compañía de performance más importante en la actualidad. Simultáneamente,
nos invitan de Chile para apropiarnos de Escena Doméstica, un ciclo de
propuestas artísticas en casas de familias que había comenzado en Europa, pero
que los chilenos tomaron y nominaron así.
En síntesis, la teoría Queer, los Estudios de
Performance, la Teoría de la Percepción y la Antropología de los Sentidos
fueron los marcos teóricos relevantes para poder conformar el bagaje hasta hoy.
Los caminos de
la composición
Dejé formalmente la composición musical en el año 2000,
cuando vendí todos mis equipos para irme del país, pero siempre hay algo que me
hace volver. En general, trabajo música mixta. Me gusta la combinación de lo
melódico, lo rítmico y lo sonoro cotidiano. Mi idea siempre es volver a
escuchar o volver a mirar, de manera de interpretar o darle una nueva
oportunidad a lo que nos acontece.
Para una de las últimas obras de Norberto, “El teatro del
Sigilo”, grabamos con un DAT sonidos de muchos bares “de hombres” de Rosario
donde se jugaba al billar, al ajedrez, donde existían los teléfonos públicos.
Hice una partitura analógica con el trabajo de grabación de esos sonidos, para
que cualquiera de la compañía pudiera ser el técnico. Los sonidos en muy pocas
ocasiones eran coincidentes con la acción. Fue un trabajo genial, que me
enorgullece. Allí ya comencé a delegar, a pensar en trabajos democratizadores,
a descomprimir los roles de dirección o poder. A vivir la horizontalidad
escénica.
Desde lo corporal como montaje, trabajo las imágenes o
los landscapes pero desde lo netamente conceptual. El cuerpo performático es el
único acontecer que me puede, desde un tiempo a esta parte. Me maravillo por
alguna que otra experiencia teatral o dancística, pero lo performático es lo
que me deja sin aliento. Creo que es lo único capaz de modificar hondamente los
procesos de mirada y convivencia del arte con lo que nos sucede. En realidad,
el germen compositivo desde lo corporal puede ser un texto, un trabajo de
improvisación, imágenes de cuerpos que hayan pasado por mi sensibilidad y, de
allí en más, no me preocupa mucho el formato o las definiciones. El formato es
el resultado del transitar de esa idea, durará lo que dure, será lo que será y
si no puede definirse, se inventará un término. El recorrido compositivo del
cuerpo me permite mucha libertad. Me encasilla al momento de pedir subsidios o
presentarnos en festivales pero cada vez me importa menos. Cada vez pienso el
arte de manera más efímera.
La Expresión
Corporal y la Performance hermanadas por el río
Para mí, la Expresión Corporal y la Performance son lo
mismo. Porque en nuestro caso, esta disciplina hija de Patricia Stokoe y enmarcada
en la experiencia de la sensopercepción, no fue el único camino u opción. En
Rosario no existían terciarios de estudios corporales y se logró abrir el
nuestro, cuando no existían docentes titulados. Se eligieron los docentes por
recorrido artístico escénico. Por eso siempre hablamos de maestros artistas.
Por lo tanto, si bien el título es de profesor, las dos corrientes, la
pedagógica y la artística escénica, siempre convivieron. En comparación con Buenos
Aires y con Santa Fe, cada profesorado tuvo sus logros y fueron disímiles, como
así también nuestros recorridos. Particulares, ni mejores ni peores, representativos.
Si buscamos en internet Expresión Corporal, encontraremos
que se trata de manifestaciones conscientes y no conscientes; si pesamos la
performance desde el punto de vista de Judith Butler es semejante. Se refiere a
pequeños actos performáticos que constituyen nuestro género, que nos
constituyen. Lo mismo sucede si pensamos el cuerpo como Helena Katz. Jerzy Grotowski,
por ejemplo, habla del que hace de sí mismo y no del que hace de otro. Y yo las
unifico cuando se dice que todo puede ser performance y todo puede ser
estudiado como performance . La performace es un haciendo y un estado a la vez.
El saber
corporal de la performance
La performance no rotula, respeta, es democratizadora, no
juzga. Por lo tanto, si alguien dice que hace performance ¿quién soy yo para
contradecirlo aunque me parezca que lo que hace es origami? La performance
puede ser origami también. Antes razonábamos respecto a los principios de los
tiempos. Postulábamos que, si alguien le decía al ser primitivo “hacete algo”,
lo que seguramente hacía era una performance, quizás por su relación corporal
con el estado del ritual. Luego a esos actos indefinidos se los dividió en
disciplinas: en danza, en música, en teatro. Otras corrientes que se
confrontaban con nuestra teoría decían y dicen que la performance, como hoy la
conocemos, nace por el agotamiento de las demás disciplinas de la mano del
dadaísmo y el futurismo.
Yo creo que la performance nació en muchos sitios y no sólo
en sitios donde las buscamos. No solo en el arte, porque la performance es una
forma de pensar y hacer la vida. John Cage fue performer pero no por ser músico,
sino por ser un democratizador del sonido. Puso en juego al ruido. Lo valorizó.
Y de esa misma forma, un cocinero de Los Ángeles piensa sus platos lejanos a lo
alimenticio, le encuentra cualidades estéticas y potenciales. Los “Anonymus”
igual pero en otro campo. Todo lo que suma relectura de lo que acontece y
modifica lo pensado, lo estipulado, sin generar absolutos, es performance. John
Cage nunca dijo “desde hoy en adelante”, sino que dijo “yo uso el ruido así, la
sala de conciertos así, y digo que acá hay música porque yo siento que la hay”.
Ni siquiera lo impuso, lo sugirió y encima mucha de su música la decidió
tirando el I Ching, mostrándole al mundo que alguien, “otro”, decidió que así
fuera y él respeta ese acontecer.
Un amigo me dijo hace un tiempo que un performer es como
un profeta: le quema el mensaje por dentro. Y yo agrego: y como quema, debe salir, como sea, desprolijo, sin saber muy
bien a qué sitio pertenece, sin técnica visible o reconocible, sin rótulo. La
performance simplemente es, acontece. Intenta ser de los disidentes, los que
están en lucha, buscando un lugar, dejar claro algo, hacerse sentir,
visibilizarse. Permite la relectura, un nuevo posicionamiento “frente a”.
Modifica los supuestos y los paradigmas. Es una postura sin absolutos que está
presente en todo lo que podemos hacer. Es la libertad de poder modificar: lo
que hago, lo que escribo, lo que leo.
Para mí, siempre es la respuesta a la opresión, a lo no
dicho, a lo oculto a lo asqueroso, a lo vergonzoso, a lo nefasto. Por eso la
performance no permite acceso al personaje sino a la persona: alertas, en vilo,
y aunque abatidos y desgarrados, siempre esperanzados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario