miércoles, 8 de febrero de 2017

Mitominas: una genealogía del arte feminista




Por Roma Vaquero Diaz. La muestra colectiva que marcó la década underground de los ochenta por estos días volvió a Buenos Aires. Mitominas, el arte feminista y activista del siglo XXI, relatado por una de sus protagonistas.

Durante el mes de julio, en el Centro Cultural Recoleta se llevó a cabo Mitominas 30 años después, una muestra colectiva que reactiva las exposiciones Mitominas realizadas durante los años ochenta. Marcha dialogó con María Laura Rosa, docente, investigadora del Conicet y doctora en arte contemporáneo, que impulsó y realizó la curaduría de la muestra que posibilita no sólo activar temáticas feministas, sino que al mismo tiempo permite construir una genealogía del arte feminista en Argentina.

Las Mitominas
Mitominas fueron dos exposiciones que se realizaron en el Centro Cultural Recoleta durante la década del ochenta. La primera fue en 1986 y la segunda en 1988. Estas exposiciones plantearon una revisión de los mitos históricos, a través de trabajos con temáticas que cuestionaban cómo la mujer había sido cristalizada en esos mitos y cómo esa visión se reproducía en la realidad. En Mitominas 1 se abordaron los mitos grecolatinos y los mitos latinoamericanos, y en Mitominas 2 se elaboraron obras en relación a la sangre, por lo cual salieron temáticas como el SIDA, la violencia de género y la fecundación asistida. Estas temáticas excedieron a los mitos, pero se encontraban muy presentes es esa etapa de recuperación de libertades y de efervescencia democrática. Estas exposiciones de la década del ochenta presentaron obras efímeras, cine-debates y performances, en un trabajo codo a codo con el underground y en diálogo con el público, ya que los espectadores eran parte de las acciones.
María Laura Rosa sostiene que Mitominas tuvo dos características fundamentales: la pluralidad, porque las muestras no estaban integradas sólo por feministas y/o artistas, sino que nucleaban a todas aquellas mujeres que quisieran cuestionarse el lugar de las mujeres en la sociedad; y las mesas redondas que acompañaron a la exposición, que no sólo eran muchísimas sino que también eran artivistas y de concientización.



30 años después
La intención de esta nueva Mitominas es reactivar ciertas temáticas vigentes, como la violencia de género e incorporar nuevas como la trata, las disidencias sexuales, el género y la corrupción. Temáticas que existían en la realidad de los ochenta, pero que no estaban nominadas. Ahora, se empleó la misma forma de trabajo que con las Mitominas clásicas. Se propusieron temas y cada artista eligió libremente cómo llevar adelante su obra. A diferencia de las primeras muestras -que contaron con un año de preparación donde pudieron realizar talleres colectivos-, la exposición actual no tuvo la posibilidad de contar con esos tiempos.
María Laura cuenta que “Monique Altschul estuvo a la cabeza. Fue la organizadora y alma mater de las muestras de los ochenta y también de ésta. Para esta ocasión, ella se reunió conmigo, estuvimos viendo cómo armarla, qué proponer a las artistas y qué artistas seleccionar”.
Cuando el proyecto fue aprobado por Recoleta, les ofrecieron solamente la Sala 6.  A lo largo del proceso de trabajo y de sucesivas reuniones en el Centro Cultural, los trabajadores y las trabajadoras del lugar advirtieron las dimensiones de la muestra y les ofrecieron más espacio. Debido a esta situación espacial, María Laura y Monique Altschul seleccionaron 14 artistas: Narcisa Hirsch, Pilar Largui, Liliana Mizrahi, Susana Rodríguez, Anna- Lisa Marjak, Silvia Berkoff, Nora Correas, Marcelo Pombo, Carolina Antoniadis, Alicia D’Amico, Liliana Wicnudel, Viviana Zargón, Diana Raznovich y Micaela Patania. A ellas se sumaron cuatro artistas más, que vienen trabajando fuertemente las cuestiones de género: Ana Gallardo, Paola Vega, el grupo Mujeres Públicas y Carola Rousso
Rosa manifiesta que se propuso la muestra como una reactivación, es decir, se toma el nombre original de Mitominas pero no realiza una reconstrucción histórica de las anteriores. El objetivo actual es el activismo, o sea, activar temáticas que están en la sociedad y trabajarlas a través del arte. Al decir reactivismo se está marcando una de las posiciones del arte feminista, y las Mitominas fueron pioneras en esta postura. La reactivación con temáticas actuales y con artistas actuales, necesitó de mucho trabajo autogestivo, autofinanciado y de muchas amigas feministas. Cuando se consiguieron los espacio definidos, hubo que modificarlos debido a que algunos, como la escalera del Recoleta, no estaba en las mejores condiciones. Eugenia Garay Basualdo, montajista del proyecto, limpió, pintó y modificó el espacio para lograr el gran desafío de articular la planta baja con la planta alta, sumado a los dispositivos de señalética realizados por Lea Agreda y María Laura Valentini, y a la obra de Carola Rousso que funcionó como enlace entre ambos pisos.



El cuerpo de las Mitominas y los cambios de década
El ambiente de los ochenta era estaba cargado de transgresión, y las Mitominas ochenteras estallaron en energía. Hoy en día, las instituciones culturales están atravesadas por problemáticas judiciales, de seguridad y de cuidados, que inevitablemente impactan en el arte.  
En las primeras Mitominas, los cuerpos estaban presentes, vivos y circulando, por eso había infinidad de performance. En la propuesta del 2016, a través del cuerpo que aparece representado, se problematiza cómo han impactado los ideales de belleza heteropatriarcales, el cuerpo fragmentado, la objetualización y la disociación. En las primeras muestras había una necesidad de acción desde el cuerpo que era muy fuerte; hoy esa necesidad pasa por otro lado, donde el cuerpo sale a la calle y se hace activismo colectivo.  
María Laura Rosa también considera que en la Argentina el arte feminista está sumamente vivo, sobre todo en el activismo callejero. Según ella, existen artistas con temática feminista como Ana Gallardo, Diana Schufer, entre otras, y que existen grupos que contienen la urgencia de la agenda feminista -como La Revuelta- o que elaboran objetos activistas que tienen categoría de objeto artístico, como el libro Código Rosa, con el cual Dahiana Belfiori aborda el tema del aborto. “La tarea de las historiadoras del arte feministas es encontrar estas artistas y ponerlas en relieve”, finaliza Rosa.


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