Por Roma Vaquero Diaz. La muestra colectiva que marcó
la década underground de los ochenta por estos días volvió a Buenos Aires. Mitominas,
el arte feminista y activista del siglo XXI, relatado por una de sus
protagonistas.
Durante el mes de julio, en el Centro Cultural Recoleta se llevó a
cabo Mitominas 30 años después, una muestra colectiva que reactiva las
exposiciones Mitominas realizadas durante los años ochenta. Marcha
dialogó con María Laura Rosa, docente, investigadora del Conicet y doctora en
arte contemporáneo, que impulsó y realizó la curaduría de la muestra que
posibilita no sólo activar temáticas feministas, sino que al mismo tiempo
permite construir una genealogía del arte feminista en Argentina.
Las Mitominas
Mitominas fueron dos exposiciones que se
realizaron en el Centro Cultural Recoleta durante la década del ochenta. La
primera fue en 1986 y la segunda en 1988. Estas exposiciones plantearon una
revisión de los mitos históricos, a través de trabajos con temáticas que
cuestionaban cómo la mujer había sido cristalizada en esos mitos y cómo esa
visión se reproducía en la realidad. En Mitominas 1 se abordaron los
mitos grecolatinos y los mitos latinoamericanos, y en Mitominas 2 se
elaboraron obras en relación a la sangre, por lo cual salieron temáticas como
el SIDA, la violencia de género y la fecundación asistida. Estas temáticas
excedieron a los mitos, pero se encontraban muy presentes es esa etapa de
recuperación de libertades y de efervescencia democrática. Estas exposiciones
de la década del ochenta presentaron obras efímeras, cine-debates y
performances, en un trabajo codo a codo con el underground y en diálogo con el
público, ya que los espectadores eran parte de las acciones.
María Laura Rosa sostiene que Mitominas tuvo dos
características fundamentales: la pluralidad, porque las muestras no estaban
integradas sólo por feministas y/o artistas, sino que nucleaban a todas
aquellas mujeres que quisieran cuestionarse el lugar de las mujeres en la
sociedad; y las mesas redondas que acompañaron a la exposición, que no sólo
eran muchísimas sino que también eran artivistas y de concientización.
30 años después
La intención de esta nueva Mitominas es reactivar ciertas
temáticas vigentes, como la violencia de género e incorporar nuevas como la
trata, las disidencias sexuales, el género y la corrupción. Temáticas que
existían en la realidad de los ochenta, pero que no estaban nominadas. Ahora,
se empleó la misma forma de trabajo que con las Mitominas clásicas. Se
propusieron temas y cada artista eligió libremente cómo llevar adelante su
obra. A diferencia de las primeras muestras -que contaron con un año de
preparación donde pudieron realizar talleres colectivos-, la exposición actual
no tuvo la posibilidad de contar con esos tiempos.
María Laura cuenta que “Monique Altschul estuvo a la cabeza. Fue la
organizadora y alma mater de las muestras de los ochenta y también de ésta.
Para esta ocasión, ella se reunió conmigo, estuvimos viendo cómo armarla, qué
proponer a las artistas y qué artistas seleccionar”.
Cuando el proyecto fue aprobado por Recoleta, les ofrecieron
solamente la Sala 6. A lo largo del proceso de trabajo y de sucesivas
reuniones en el Centro Cultural, los trabajadores y las trabajadoras del lugar
advirtieron las dimensiones de la muestra y les ofrecieron más espacio. Debido
a esta situación espacial, María Laura y Monique Altschul seleccionaron 14
artistas: Narcisa Hirsch, Pilar Largui, Liliana Mizrahi, Susana Rodríguez,
Anna- Lisa Marjak, Silvia Berkoff, Nora Correas, Marcelo Pombo, Carolina
Antoniadis, Alicia D’Amico, Liliana Wicnudel, Viviana Zargón, Diana Raznovich y
Micaela Patania. A ellas se sumaron cuatro artistas más, que vienen trabajando
fuertemente las cuestiones de género: Ana Gallardo, Paola Vega, el grupo
Mujeres Públicas y Carola Rousso
Rosa manifiesta que se propuso la muestra como una reactivación, es
decir, se toma el nombre original de Mitominas pero no realiza una
reconstrucción histórica de las anteriores. El objetivo actual es el activismo,
o sea, activar temáticas que están en la sociedad y trabajarlas a través del
arte. Al decir reactivismo se está marcando una de las posiciones del arte
feminista, y las Mitominas fueron pioneras en esta postura. La
reactivación con temáticas actuales y con artistas actuales, necesitó de mucho
trabajo autogestivo, autofinanciado y de muchas amigas feministas. Cuando se
consiguieron los espacio definidos, hubo que modificarlos debido a que algunos,
como la escalera del Recoleta, no estaba en las mejores condiciones. Eugenia
Garay Basualdo, montajista del proyecto, limpió, pintó y modificó el espacio
para lograr el gran desafío de articular la planta baja con la planta alta,
sumado a los dispositivos de señalética realizados por Lea Agreda y María Laura
Valentini, y a la obra de Carola Rousso que funcionó como enlace entre ambos
pisos.
El cuerpo de las Mitominas y los cambios de década
El ambiente de los ochenta era estaba cargado de transgresión, y las
Mitominas ochenteras estallaron en energía. Hoy en día, las instituciones
culturales están atravesadas por problemáticas judiciales, de seguridad y de
cuidados, que inevitablemente impactan en el arte.
En las primeras Mitominas, los cuerpos estaban presentes,
vivos y circulando, por eso había infinidad de performance. En la propuesta del
2016, a través del cuerpo que aparece representado, se problematiza cómo han
impactado los ideales de belleza heteropatriarcales, el cuerpo fragmentado, la
objetualización y la disociación. En las primeras muestras había una necesidad
de acción desde el cuerpo que era muy fuerte; hoy esa necesidad pasa por otro
lado, donde el cuerpo sale a la calle y se hace activismo colectivo.
María Laura Rosa también considera que en la Argentina el arte
feminista está sumamente vivo, sobre todo en el activismo callejero. Según
ella, existen artistas con temática feminista como Ana Gallardo, Diana Schufer,
entre otras, y que existen grupos que contienen la urgencia de la agenda
feminista -como La Revuelta- o que elaboran objetos activistas que tienen
categoría de objeto artístico, como el libro Código Rosa, con el cual
Dahiana Belfiori aborda el tema del aborto. “La tarea de las historiadoras del
arte feministas es encontrar estas artistas y ponerlas en relieve”, finaliza
Rosa.
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