Por Roma Vaquero Diaz
Carolina
De luca es como un mar pequeño de voz y ojos claros, que se agita y se agiganta
en un movimiento continuo de ideas y deseos que la regresan a la orilla como
performer, artista y videasta. Nació en Buenos Aires en 1971 y considera que
todos los territorios son factibles de ser danza, y a partir de estos busca el
encuentro de los lenguajes artísticos y de un feminismo latinoamericano y
popular construido en la acción continua y colectiva.
“Nunca bebí
de un solo lenguaje -cuenta Carolina-. Me inicié en la música casi antes de
escribir con mi abuela sentada al piano. Con ella aprendí las primeras notas y
a hacer bizcochuelos a los 4 años. Luego vendría la Escuela Nacional de Danza y
varios años de dibujo y pintura con el maestro Osvaldo Dubatti. El teatro
y la dramaturgia fueron llegando mientras buscaba empezar a componer mis
propias obras y deseaba moverme más allá de la técnica coreográfica que manaba
del Graham. Pero una serie de lesiones importantes me alejaron rápidamente de
pretensiones exitistas con la destreza de movimientos. En el mismo momento en
que crecía mi deseo en la actuación me acercaba a otras miradas sobre la danza
y el movimiento: la eutonía, el contact improvisación, la anatomía funcional,
las prácticas de BMC con Silvia Mamana y los talleres de formación en
Esferokinesis, que mucho tuvieron que ver en esta búsqueda y en la organización
de mis saberes somáticos. Finalmente llegaría un día a las clases de Fabiana
Capriotti y a partir de allí ya no podría soltar la improvisación nunca más.
Tener la fortuna de que Lisa Nelson viniera a la Argentina y poder tomar sus
seminarios, tanto como los de Carmen Pareiro también conformaron esta mirada
que hoy tengo sobre la danza, la composición y las artes audiovisuales”.
Como la danza no sólo está compuesta
por el lenguaje del cuerpo, sino también por el lenguaje visual, la
investigación corporal de movimiento que venía realizando De luca encontró su
lugar en la filmación. “iba todos los años al Festival de Video DanzaBa que
dirige desde hace 20 años Silvia Szperling –recuerda-. Un buen día me animé y
pasé de espectadora a participante de un taller. Tomé una cámara prestada por
primera vez, puse on y no la solté nunca más. No me parece
casualidad que mujeres como Maya Deren y Lisa Nelson tengan esta integración o
amalgama. Hay algo en el movimiento de los cuerpos que pide ser mirado,
explorado, aprehendido con peculiaridad, hacer foco. Y creo que quienes vamos
desde la danza hacia lo audiovisual tenemos además una facilidad y gusto por el
movimiento que nos anima a exacerbar posibilidades, movimientos de cámara,
encuadres no ortodoxos, angulaciones de esas que el cine clásico llamaba
‘aberrantes’. Provocar un jump cut, un salto del eje, una toma supina, es parte
de la dinámica de cómo se mueve un cuerpo y muy especialmente cómo se mueve la
mirada que mira otro cuerpo moverse”
El hacer de
De luca está acompañado y sostenido por una red de mujeres. La artista sostiene
que escuchar es una posición base inicial de la improvisación, de toda
composición y debería serlo de las construcciones sororas, y que el feminismo
es un aprendizaje permanente, al cual llegó por crecimiento personal, por
búsqueda, por exasperación, espanto y por necesidad de contención, y con el
cual va cambiando su mirada a medida que va estudiando, pero también al
conectarse con otras mujeres en la militancia en el barrio. “Por eso el único
feminismo que me interesa hoy día es el latinoamericano y popular. El que se
construye desde abajo en la acción continua y mancomunada y que busca estar a
la escucha, abrir las conceptualizaciones y ponerlas todas en fricción antes
que cerrarlas.
Definitivamente yo creo en un feminismo de base y para con toda
la sociedad y a esa construcción intento contribuir con mi trabajo”, afirma.
A mediados
de este año, el 28 Festival Internacional de Cine Lésbico Feminista de París la
invita a presentar “Ausencia”, un cortometraje de su autoría, concebido como
video/film de danza, que viene rodando sin parar desde hace dos años por
distintos festivales del país y de Latinoamérica.
Este cortometraje tiene dos
versiones: una fílmica en 16 milímetros y otra digital, y lo realizó junto a
dos colegas bailarinas y poetas, Maite Esquerré y Karina Cartaginese.
“Fue la primera vez que un festival
me escribió a mí para pedir mi trabajo. Lo habían visto en el Festival de Cine
Gay de Rio de Janeiro y querían programarlo”, cuenta De luca. Pero la
invitación no incluía los pasajes aéreos, por lo cual la directora debía buscarle
la vuelta para emprender el viaje. “Un grupo de locas feministas empezaron a
agitar la idea de hacer una vaquita. La verdad que me parecía un delirio. Luego
se sumaron más y más. Yo estaba pasada de agotamiento porque acababa de
recibirme y dije: ma’
sí, les paso la cuenta y el mes que viene les devuelvo una por una el dinero,
no vamos a llegar ni por putas, y acá estamos. Fuimos,
volvimos, dimos talleres en Villa Real, fui también al FIVALAMGRO que se
realizaba justo dos días después de terminado CINEFFABLE en París y que
programaron el mismo trabajo, Ausencia y también el último ‘Tríptico’ (táctil)
que recibió un subsidio de Pro Danza 2015”, explica.
De esta
experiencia, que De luca definió como una locura sorora que se potenció gracias
a tantas mujeres poderosas, relata: “La experiencia en el festival fue muy
enriquecedora y también singular. Las mujeres feministas y lesbianas en Francia
tienen muchos derechos y desde hace mucho tiempo. Tienen aborto hace más de 30
años, por ejemplo, así que no están muy al tanto de la realidad
latinoamericana. Están más embebidas de los dramas de las mujeres africanas o
de Oriente Medio. En España todas las mujeres dentro y fuera del festival
estaban al tanto del femicidio de Lucía y de lo que implicó aquí, y de nuestras
dos marchas del #NiUnaMenos. Estamos en una sintonía de reclamos mucho más
afín. En Francia, no. De todas maneras se mostraron muy consternadas por lo que
les conté y por la detención ilegal de Milagro Sala y sus compeñrxs. Justo en
esos días fue el primer pronunciamiento de la ONU por su inmediata
excarcelación y fueron muy solidarias conmigo en todo”. Y luego prosigue: “Fue
en FIVALMAGRO, no obstante, en donde me crucé con un feminismo más cercano. Me
recibió la noche de la apertura la obra Gravity de Julie Barnsley y la Compañía Aktion
Kolectiva. De una visceralidad y conchudez impactantes así como impecable
técnicamente y era sólo el principio. Me encontré con Akaida Orozco y su
compañero Eduardo, directorxs del Festival, la organización toda, las obras que
se presentaron, muy especialmente Nació una hembrita de Akaida y Eduardo, una performance
multimedia bella, fuerte y breve, que espero pueda venir a la Argentina en
algún momento. Creo que un gran logro tanto de Gravity como
de Nació una hembrita es
justamente además de la calidad técnica y potencia interpretativa ser
feministas sin necesidad de panfleto alguno. Además la calidez con que se
desenvolvió todo el evento, la presencia de lxs niñxs integradxs a todo con
afecto y paciencia y tantos otros detalles, la presencia de Elena Schaposnik
una de las fundadoras del CELCIT España en todo momento. Como decía Akaida en
la inauguración, esta actividad llena de mujeres, de mujeres fuertes y
accionando. Vi al lado de esas mujeres a varones con otro nivel de consciencia
y construcción despatriarcalizada. FIVALMAGRO no se presenta como un festival
feminista porque no es necesaria esa aclaración. Pero fue profundamente
feminista todo lo acontecido allí. Un deleite. Un regalo de la vida”.
La nota podría
seguir llenándose de nombres de mujeres que no sólo la ayudaron a viajar, sino
que van desde alojarla hasta invitarla a dar talleres o a filmar, porque esta
experiencia para De luca fue “una experiencia profundamente atravesada por el
amor sororo. Un amor que se encarnó en acciones concretas. Yo suelo terminar
mails y discursos con la frase de Carol Hanisch: lo personal es político y le sumo el agregado de una querida
amiga y militante Gabriela Adelstein: y al revés también”.