Por Esther Ferrer
Para el Seminario del Instituto de Altos Estudios Artísticos de Paris
"L'abri et l'utopie".
He empezado por un extracto de esta performance, por varias razones, la
primera porque como llevo muchos años haciendo performances éstas son una parte
importante de mi trabajo. Por otra parte me he dicho, seguramente hay una
relación entre la performance y el título de este seminario "El abrigo y
la utopía" (L'abri et l'utopie).
En realidad creo que en nuestro universo, todo está en relación con todo
y que se puede llegar a hablar de las estrellas a partir de las ratas y
viceversa.
La primera relación que he establecido, entre performances y utopía es
una relación por oposición, es decir, si la utopía es el lugar del abrigo total
- casi como un seno materno - la performances es todo lo contrario. Y hablando
del seno materno, de la madre y todas las connotaciones que sugiere diré, entre
paréntesis, que me parece una cuestión interesante el analizar la imagen de la
mujer en la utopía. Una imagen de madre - purificada de su carácter sexual -
que olvida completamente la mujer como tal, para privilegiar únicamente su
función generadora: glorificándola como la madre de la nación (una
glorificación frecuente en los fascismos). Una madre que será substituida por
la sociedad, a la que se debe consagrar la vida, a la que todo debe
supeditarse, pero que de cualquier manera estará regida siempre por una
autoridad patriarcal.
Si analizamos las utopías clásicas, serias, vemos que jamás se encuentra
a las mujeres a la cabeza de una sociedad utópica. Verdad es que prácticamente
todas están escritas por hombres. Y quizás sería también interesante
preguntarse el por qué, por qué la mujer no se ha sentido tentada por la utopía
literaria, por crear modelos de sociedad utópicos (un tema interesante que
valdría la pena analizar).
Pero por el contrario, si se les encuentra a la cabeza cuando es
cuestión de utopías irónicas, generalmente escritas para criticar una situación
social dada, en un momento determinado, como fue el caso en Atenas en tiempos
de Aristófanes (445-386 av. nuestra era) cuando este autor escribió "La
Asamblea de las mujeres", que muchos autores citan como ejemplo de utopía
(y no les falta razón).
La situación era tan mala en Atenas entonces, que Aristófanes sin duda
pensó "no puede empeorar, incluso si las mujeres toman el poder", y
escribió esta pieza en la cual efectivamente las mujeres consiguen que la
Asamblea les elija para dirigir la república y, curiosamente todo va muy bien.
(Aunque la figura de la mujer en las utopías es también una cuestión que
nos aleja del tema principal, he considerado interesante el introducirlo
simplemente porque al decir de ciertos analistas "el fantasma
utópico" puede ser (como lo es también el sueño), una vía de acceso al
inconsciente". Si esto fuera cierto, quizá se podría acceder al inconsciente
colectivo, a través del análisis de las utopías y a partir de ahí quizás
establecer una terapia social capaz de ayudarnos a reglar ciertos problemas que
existen en nuestra sociedad entre hombres y mujeres, por ejemplo.
(Bromeo un poco quizá pero no del todo).
Volviendo al tema Relaciones entre la performance y la utopía decía que
si la utopía es el lugar del abrigo total, donde se está protegido contra todo,
el arte de la performance, por el contrario, es el arte del no-abrigo, tanto
por lo que se refiere al performer como por lo que respecta a la performance en
sí misma, como obra. Ni el uno ni la otra están protegidos por nada:
(Al tratar este aspecto quedará claro también, las diferencias
fundamentales entre performance y teatro)
1 - Ni por el decorado o la iluminación teatral, etc. que crea universos
de luz y sombras, situaciones irreales que distraen la atención del espectador
y lo manipulan en el mejor y peor sentido de la palabra. Por otra parte, los
actores actúan para un público que en realidad no ven, pues está sumergido en
la oscuridad, sólo el escenario está iluminado. En consecuencia, el público se
ve automáticamente condicionado a la pasividad, diré incluso a la
no-existencia, la no-presencia. Trataré más tarde esta cuestión. En la
performance, al menos en las mías, todo el mundo está sumergido en el mismo
universo de luz o de oscuridad. Están en igualdad de condiciones. (Hablar quizá
de las diferencias con el teatro popular que se realizaba y en parte se realiza
todavía en la calle, a la luz del día, etc.).
2 - Ni por la encarnación de un personaje, pues el performer no es un
actor, no encarna más que a sí mismo, no hay transposición posible.
En el teatro, el personaje corresponde a un "arquetipo" que
hay que respetar, tanto si el actor se siente bien o mal, alegre o triste, en
la performance no existe eso. Quizás es mucho menos exigente.
En consecuencia, la relación que el performer establece con el
espectador es una relación directa, no protegida por un intermediario, el
personaje encarnado por el actor. La relación, es una relación con el
"yo" del performer.
3 - Ni por un texto, una historia que contar que puede servir para
manipular las emociones, los sentimientos, etc. En la performance, todo está
crudo, sin cocinar. Bueno, tengo que decir que aunque normalmente yo no empleo
texto alguno en mis performances, he hecho una serie de ellas en el que lo más
importante es el texto, y en las que hablo prácticamente todo el tiempo, porque
la performance es precisamente el texto: "Contar performance" o
"Zaj: Teoría y práctica".
4 - Ni por la distancia, el performer no está protegido por la distancia
física, material que existe normalmente en el teatro por ejemplo, o en los
conciertos, entre el actor y el público o incluso en un partido de football.
Debido a esta ausencia de distancia, el espectador puede incluso tocar al
performer, entrar en su espacio, agredirle, como nos ocurrió algunas veces en
los años 60 y 70. Una época en que el público se sentía con el derecho legítimo
a participar, una participación que a veces era violenta, e incluso muy
violenta.
Por esta intervención, violenta o no, la performance puede quedar
modificada completamente, estructurándose así de forma completamente diferente
de la proyectada por su autor, en función de la reacción del público. Todo ello
da a la performance cierta vulnerabilidad que considero forma parte de su
esencia. Cage decía siempre que el accidente forma parte de la obra.
Si consideramos el primero de los tres elementos fundamentales de la
performance, la presencia individualizada - los otros dos son el espacio y el
tiempo - y analizamos un poco los diferentes tipos de utopía que existen,
podemos comprobar que en general en la utopía, el individuo no existe, no hay
individuo como tal, no hay más que utópicos - cualquiera que sea el nombre con
el que se les denomine, proletarios, etc. - es decir, que pertenecen a la
utopía, están en función de ella, a su servicio, su realización como individuos
depende de la realización del proyecto utópico, de otra forma no existen..
Todo lo contrario que en la performance. En la performance está primero
la presencia del performer como individuo, "viveur" empleando un
término de la Internacional Situacionista, y después la presencia de diferentes
otros individuos con los que se establece la relación y que para entendernos
llamaremos público.
En realidad aunque emplee el termino público, no me gusta denominarlo
así, pues en los años 6O en la época en que comenzó lo que hoy llamamos
performances, que entonces no se llamaba así, se pretendía, precisamente,
cambiar la situación estática teatral, en la que el público queda relegado a
ser un elemento completamente pasivo, que normalmente se traga lo que le echen.
En la performance, la cuestión no es que el público se identifique con
el héroe de la acción, como ocurre generalmente en el teatro, o con el proyecto
utópico, sino que se identifique con él mismo y actúe en consecuencia. Esto no
significa que la performance - al menos tal y como yo la entiendo - pretenda y
busque la participación del público, al menos yo nunca la he buscado.
Simplemente hay dos presencias: la del performer y la de los otros, dos
presencias individualizadas y como tales, cada cual tiene la libertad de actuar
como le parezca mejor.
En realidad, cuando yo comencé a hacer performances, se decía que la
performance era simplemente una proposición. Un punto de partida para la
creación de una situación que vivir en un lugar dado, en un momento
determinado. Un poco como una "construcción de situaciones" (quizá
efectivamente por influencia del "situacionismo"). Pero situaciones
dinámicas, porque en la performance, las dos presencias que decía antes, son
igualmente activas y necesarias, presencias individualizadas que juntas crean
la performance, pues el público, haga lo que haga, lo quiera o no, está dentro
de la performance, forma parte de la misma, está integrado en ella.
Si para el público el performer es el espectáculo, para este último lo
es el público. En estas condiciones, ¿quién es el espectador de quién?
Pero esta también es otra cuestión que nos aleja del tema, aunque sería
interesante analizar las causas de esta vuelta a la pasividad espectacular (de
espectáculo), todo para ver, nada para vivir. Quizá porque las performance
tienen lugar cada vez con más frecuencia en lugares teatrales o teatralizados,
entre otras razones, pero hay muchas más.
Otro punto a considerar cuando se habla de utopía y performance es la de
la inmutabilidad. La utopía es la continuidad, el no-cambio, pues el cambio es
imposible teniendo en cuenta que la utopía, se supone de entrada, como un
estado perfecto, un sueño, un proyecto concebido en la perfección. Una
perfección particular - y empleo esta palabra con muchas reservas - puesto que
la utopía es con mucha frecuencia exigente además de autoritaria.
Frente a la inmutabilidad de la utopía, la "mutabilidad" de la
performance. La performance es una obra abierta. El performer no sabe nunca
como las cosas van a desarrollarse, aun cuando haya estructurado cuidadosamente
su performance. Será la dialéctica con el público lo que en última instancia le
dará la forma. Es la tensión establecida positiva o negativa incluso, pero
igualmente válida. La performance no está en el deber ser, está simplemente en
el ser.
La performance es lo aleatorio, el cambio, la utopía es la fijación. La
performance se sitúa en lo efímero, la utopía en lo eternal, en el no-azar.
¿Qué se puede decir del lugar, del espacio en que ambas se realizan?
La utopía no tiene lugar real, es simplemente un lugar ideal, libre de
toda contaminación temporal. En las utopías clásicas, el lugar de la utopía es
con frecuencia un lugar aislado, por ejemplo una isla, o si no lo, está
protegido por murallas o montañas u otros elementos defensivos. Son pues en
general, espacios cerrados, como úteros (paraísos..?) ya lo habíamos dicho
antes.
Si la utopía no se sitúa en ninguna parte, la performance al contrario
está por todas partes. Puesto que no tiene lugar específico, no tiene lugar
propio, ocupa todos los lugares. Su lugar, son todos los lugares donde se
produce, pues puede utilizarlos todos. (A mí me gusta decir que la Performance
no tiene domicilio fijo, y como es el caso de todos aquellos que no lo tienen,
su domicilio es la calle).
Pero estos lugares de performance, a diferencia de los lugares de la
utopía, no están protegidos, ni libres de toda contaminación temporal, todo lo
contrario, están totalmente sumergidos en ella, la performance no es purista,
es plural simplemente (en arte no hay nada puro, decía Cage).
Todo este preámbulo tiene dos objetivos, el primero poner de relieve
algo que considero muy importante, que la creación no es nunca pura y tenemos
aquí otra diferencia fundamental con la utopía, que casi siempre insiste en la
pureza, como pueden verificar leyendo cualquiera de las utopías clásicas. Cage
decía nunca oigo un ruido puro o un sonido puro, sino un ambiente sonoro
viviente, complejo e incalculable.
En la performance, el espacio es abierto, como la obra, lo más abierto
posible, en todos los sentidos del término, físico y mental, pues ella, la
performance, puede transformarse in situ, como he dicho antes. En la
performance todo es posible. En la utopía, solo hay una vía posible, una sola
forma de hacer.
Con respecto al tiempo, el tercer elemento, podemos decir que la
performance es aquí y ahora, y la utopía es allí, un allí muy indefinido, y no
se sabe muy bien cuando.
La utopía está fuera del tiempo, no tiene tiempo, se diría que huye del
tiempo. Por el contrario, la performance integra los tiempos, hay muchos
tiempos en la performance:
- Primero, el tiempo de ella misma en cuanto obra (generalmente yo las
estructuro en tiempos, primero, segundo, tercero etc. que pueden ser muy
diferentes). Además está lo que llamamos el tiempo real, es decir el tiempo
convencional, el del reloj, que yo introduzco siempre en mis performances, de
formas muy diferentes, pero está siempre presente.
No hay que olvidar tampoco el tiempo psicológico, de cada uno de
nosotros y ciertamente muchos otros tiempos, el tiempo biológico, micro-tiempo,
mega-tiempo, el tiempo profano, el tiempo sagrado, etc. hablar de este último
quizás no sea una banalidad, ahora que se producen tantas performances que
parecen rituales religiosos...
Pero además de todo lo ya dicho, también podemos considerar la
performance como una utopía en sí misma, en el sentido ideal
"utópico" de considerarla como un arte que permite la integración del
artista y del objeto de arte.
Si esto es en verdad utópico, lo que es cierto es que la performance
puede integrar muchas cosas, al contrario de la utopía que es más bien
selectiva.
Por otra parte además la utopía es definitivamente unidireccional, en
ella nada es gratuito, todo tiene una utilidad precisa, responde a una
necesidad concreta.
Todo lo contrario que en la performance, al menos como yo la comprendo.
El segundo objetivo de este preámbulo, es el de introducir el tema de la
locura porque ciertos autores atribuyen al pensamiento utópico un carácter
esquizofrénico. En una interpretación negativa del pensamiento utópico, éste es
o puede ser un pretexto para evadirse del mundo y sus problemas angustiosos. En
este caso hay una oposición individuo/sociedad generadora de problemas.
Según la moral utópica, la que gana siempre es la sociedad frente al
individuo, un individuo que es anulado como tal. Aquí tocamos otro tema
importante el individualismo y si tocamos el tema tenemos que citar a Stirner
(1806/1856) un escritor muy particular, cuyo libro más conocido es “Lo único y
su propiedad” y que en su época tuvo gran influencia particularmente entre los
artistas surrealistas, sobre todo en su periodo libertario, perdidas ya
definitivamente las ilusiones con relación a la Revolución rusa. Esta
influencia se ve en los billetes que publicaban los surrealistas entre 1951 y
1953 en Le libertaire un periódico anarquista. Estos billetes que tienen
títulos significativos, como “Le rêve et la revolution”, “Art soumis-Art
engagé”, “Poète c'est à dire révolutionaire” donde se escriben cosas como:
"quien no se revela no es digno de vivir", "libertad es una
palabra vietnamita", "la libertad pertenece a quien la coge" o
como dijo André Breton en "Prolegómenos para un tercer manifiesto del
surrealismo o no" (1942):
"Hay que convencerse de que una vez se ha conseguido el acuerdo
general sobre un tema, la resistencia individual es la única llave de la
prisión".
Hablando de individualismo llegamos necesariamente al anarquismo, en
realidad la única utopía que me interesa, porque es una utopía abierta al menos
tal y como yo la interpreto.
Aunque muchos autores se niegan a considerar el anarquismo como una
utopía, pues como Proudhon piensan que es perfectamente realizable, yo lo
considero una utopía en el sentido positivo del término, pues para mí la
anarquía es un fermento de transformación, además de que yo la asimilo a la
creación. Es decir, hacer el camino, marchar y que si nosotros comenzamos a
andar haremos el camino, es por citar un ejemplo más del Budismo ZEN, como el
arquero cuya flecha va directa al blanco sin apuntar al mismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario